martes, 28 de enero de 2014

MANTENER UNA COSA Y LA CONTRARIA. EJERCICIO DE CINISMO.

He leído esta mañana un artículo de opinión firmado por D.José María Asencio Mellado, Catedrático de Derecho Procesal de la UA.
Dicho artículo, titulado: " EL USO POLÍTICO DE LA CUESTIÓN MONÁRQUICA", me ha dejado estupefacto. De hecho,todavía no me he recuperado. 
Parte del argumentario esgrimido para defender la Institución Monárquica como forma de Estado se cae por sí mismo, pues en él se contiene una cosa y su contraria. A saber, el autor dice que: "poner en tela de juicio un sistema por el hecho de que alguno de sus representantes haya sido imputado, en tanto una institución está siempre por encima de quienes la conforman si la misma es aceptada como tal y pueden ser sustituidos los que la integran".
Veamos,que yo recuerde la Institución fue aceptada sí o sí por imperativo de que se nos advertía del ruido de sables por parte del ejercito franquista de la época. Y entre el mal mayor "continuar con la República Franquista" o el mal menor "aceptar un Estado Democrático bajo la forma de Monarquía Constitucional", pues estaba claro cual debía ser la apuesta de los españoles.
A los miembros de la monarquía no los elige nadie, no se someten a un proceso de escrutinio por parte del pueblo que es el titular de la soberanía.
Así pues, independientemente de la conveniencia o no de abrir el debate sucesorio o el debate de modelo de Estado entre Monarquía y República, lo que se ha de tener presente es que todos somos iguales ante la Ley. Que no hay que tener miedo a cambiar la forma de Estado. Porque si mal no recuerdo, en el año 39 del siglo pasado no se acabó con el sistema republicano en España, sino que se cambió una República Democrática por una República no democrática, por mucho que el traidor general Franco se empeñase en decir que éramos un Estado Monárquico.
Y si bienes cierto que el caso que nos ocupa (Infanta Cristina-Urdangarín-Instituto Noos), no es por sí mismo suficiente para cuestionar un modelo de Estado, no es menos cierto de que en una República se solucionaría con una dimisión y celebración de elecciones para decidir quien debe ser el próximo Presidente de la República Española.  Algo que ahora no podemos hacer. 
Personalmente prefiero elegir quien se gasta mi dinero.
Así pues, Don José María, permitame disentir de su opinión. La cual últimamente y por el empeño que pone en defender a la Infanta Cristina y a la Institución Monárquica me parece excesivo el celo. Incluso no hace mucho en ese mismo diario había dos artículos de opinión sobre la misma cuestión y contrarios en sus argumentos y conclusiones, uno firmado por usted, y otro por el Magistrado jubilado D. Luis Segovia. Me quedo con el segundo.