jueves, 30 de enero de 2014

LA ALEGRÍA DE VIVIR

Cada día las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación son, en general, devastadoras en cuanto a que la depresión económica continúa instalada golpeando a los más débiles en temas tan esenciales como el empleo, la sanidad, la educación, las pensiones, los derechos laborales y sociales...etc. Pero ayer escuché una que me ha impresionado especialmente, según una Organización Internacional dedicada a la atención a la infancia en el mundo, en España hay cerca de tres millones de niños en peligro de exclusión social. Resulta espeluznante la sola idea de que esto sea realidad en pleno siglo XXI, porque si no se remedia, son tres millones de personas que no van a poder acceder a una alimentación sana, a una sanidad adecuada, a una educación necesaria.
Serán tres millones de niños sin futuro, que es tanto como decir una España sin futuro. ¿A qué esperamos?.
Hemos de exigir a los poderes públicos que adopten las medidas que con carácter inmediato alivien esta grave situación, y que propugnen políticas adecuadas para que en el medio y largo plazo se subsanen las deficiencias que hoy abocan a tres millones de niños españoles al abismo.
Y nosotros hemos de estar in vigilando y presionar lo necesario  a los poderes públicos a fin de que no decaigan en la obligación de salvaguardar a la infancia que es el futuro de España.
Si nuestros niños no crecen sanos y fuertes, nuestra sociedad será cada vez más débil y nuestra España, por tanto, más débil también.
Ser patriota, ser español es trabajar porque nuestros niños y jóvenes tengan acceso a un hogar, a la educación y la cultura, al deporte,  a una alimentación sana, a una sanidad completa y universal. Ser español, ser patriota no es levantar extendida una mano y gritar consignas del pasado. Ser un buen patriota, ser un buen español es cuidar porque todos tengamos las mismas oportunidades. Ser un buen español es pagar los impuestos que nos corresponden y no llevarnos el dinero a paraísos fiscales. 
Por tanto invito a todos a que evitemos que la realidad supere la ficción y que tres millones de niños queden abandonados a su propia suerte. Porque la nuestra está inexorablemente unida a la de estos tres millones de niños.

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